






(Flota la luz ante algo fuera de este tiempo).
Mira:
Antes de contemplar el cuerpo de obra que conforma cabeza de río –después de saludarnos, tomar un café, y descender conversando por carreteras secundarias desde Jerez a Trebujena–, hablamos de arquitecturas viejas y ornamentos nuevos, del asombro por las formas que en la memoria tornan diferentes y permanecen horadando un tiempo la retina: una especie de fijación, de fuegos difusos.
Traen afloraciones, siluetas que uno intuye debajo de otras, como reverberaciones, ondas. Y toma su nombre la exposición del pequeño vals de Lorca y al hilo me pregunto ¿qué cabeza de río atravesamos?, ¿qué disfraz se nos presenta? Al recorrer tantas veces una forma, estas pinturas, como deambulaciones anotadas, encuentran su germen en un recorte, en un patrón, en otra sombra.
Como alineación de presencias que aguardaran, –retahíla de visiones–, imagina navegar una exposición donde cada pieza supone un enamoramiento que retorna, una circunvalación de formas arquetípicas, de invariantes. Y cabeza de río arma un diccionario recordado en parte –que habita en los cielos de piedra de la misa, de edificios en las calles, de otro ahora–, donde quizás este baile de luces rebotadas, ondulante, guarde una promesa.
Piensa una forma antes de pintarla y como Guston¹ –me dice– el zapato y su suela se convierte en luna y al pintarla la luna se convierte en pan y gana la pintura siempre, gana el vals, el disfraz. Piensa hacia dónde discurre esta cabeza de río, y ¿de qué reverberaciones provienen estas formas? Y al abandonar el vals con sus fuegos, esas fijaciones como ondas sigilosas rezan sobre lo caprichoso de la pintura y el placer, sobre la mano que se algodona, sobre una forma de veneración. Y así permanecen en nuestra retina.
¿Ves?
Flota la luz ante algo fuera de este tiempo.
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¹ I Paint what I See: Phillip Guston (Penguin Modern, 2022)
Texto crítico de Diego Delas para la exposición
Con la colaboración de
