EXPOSICIÓN ACTUAL









El proyecto instalativo que presentan Claudia Pastomás y Lluc Margrau en SistemaStudio propone apuntalar el espacio doméstico no como un mero escenario funcional, sino como un gesto simbólico: un acto que sostiene, protege y visibiliza el lugar donde las relaciones humanas alcanzan su mayor intimidad.
El hogar se entiende aquí como refugio emocional, archivo sensorial y memoria viva de lo compartido: una arquitectura de lo íntimo.
El hogar, más allá de su definición arquitectónica, se presenta como escenario de la memoria, contenedor de gestos, cuerpos y objetos que se cargan de sentido por el solo hecho de haber sido vividos. En este contexto, los objetos domésticos trascienden su función y alcanzan un valor metonímico: no valen por lo que son, sino por lo que evocan. Se convierten en códigos íntimos, lenguajes secretos que solo pueden ser plenamente leídos por quien los ha dispuesto en ese lugar.
En un ejercicio de aproximación simbólica, el uso de antiguos patrones empleados en la fabricación de mobiliario es recuperado e integrado para, a través de sus líneas tan familiarmente reconocibles, evocar y generar un vínculo visual y físico con un entorno doméstico colectivo. Una suerte de archivo silencioso de los objetos cotidianos, que no solo recupera estos elementos, sino que los resignifica, colocándolos en un espacio de tensión entre memoria y desaparición.
Esta instalación busca reconocer y remarcar estos fragmentos de sentido. Los puntales no apuntalan estructuras amenazadas de derrumbe, sino que subrayan y protegen momentos del espacio que nos suscitan interés: un rincón donde siempre se posó la luz, una alfombra que conservó el eco de una conversación, un marco donde se repetía el gesto cotidiano de mirar. Así, el espectador transita por las distintas estancias del apartamento encontrando puntales que, como marcadores afectivos, destacan micro-escenarios de la experiencia doméstica.
El proyecto será expuesto en el estudio de arquitectura Sistemastudio, como parte de una propuesta site-specific que dialoga con el espacio y su historia, reforzando la conexión entre la instalación y el entorno que la acoge.
Esta propuesta se enmarca en una práctica artística que se articula en torno a los códigos de representación de la memoria y el recuerdo, entendidos como construcciones que configuran tanto la identidad individual como los imaginarios colectivos. A través del proyecto, se propone una reflexión crítica sobre los límites entre lo privado y lo común, generando un compromiso sensible que atraviesa estas esferas y pone en cuestión sus posibles fronteras.
Las obras constituyen una línea de investigación conjunta de ambos artistas, conectada por una misma preocupación conceptual: el modo en que recordamos, registramos y compartimos la experiencia. Para ello, se recurre a distintos lenguajes y soportes, priorizando aquellos que permiten establecer una relación activa con el espectador. La interactividad, en este sentido, no es solo un recurso formal, sino una estrategia para otorgar agencia al público, invitándolo a participar desde su propio posicionamiento y subjetividad.
Considerando la instalación como un espacio de activación de la memoria, donde lo íntimo se proyecta hacia lo colectivo y donde lo compartido se reconfigura a partir de la experiencia individual. El objetivo es ofrecer obras que no se cierren sobre sí mismas, sino que funcionen como dispositivos abiertos, capaces de generar nuevas lecturas y vínculos emocionales entre quien observa, quien recuerda y quien interpreta.