EXPOSICIÓN ACTUAL

Carmenar la maraña

Valencia

27 septiembre — 22 noviembre 2024

Un telar construido con amor y cariño. Canillas de hilos guardadas como si fueran un tesoro, madejas de algodón adquiridas en la última mercería del barrio, lanas de oveja cardadas e hiladas por ella misma en una estancia artística. Algodones y tiras de tela teñidas artesanalmente que aún conservan el aroma de los potingues caseros, madejas de cáñamo, cuerdas, fibras naturales, matojos y hierbas silvestres recogidas en diversos paseos. Buscar el material que dará forma al tapiz es todo un ritual, donde cada hilo, cada hebra y cada fibra esconde una historia.

Lara aprendió a tejer sin darse cuenta, observando como lo hacían otras manos, mirando y escuchando con respeto, siempre atenta. Aprendió a leer los retales que quedaron, construyendo los suyos de manera intuitiva. En cada uno de los movimientos silenciosos de sus dedos, honra a aquellas que la enseñaron, a aquellas que vinieron antes y encontraron en el acto de tejer un refugio y una expresión de humanidad. Su estudio es un lugar donde el tiempo se detiene y solo queda el tacto de las manos trabajando con paciencia y destreza. Para Lara, tejer es como escribir: cada persona tiene su propia caligrafía. Hay quienes aprietan más el lápiz contra el papel, quienes juntan las palabras, quienes dejan que las letras fluyan libremente, y quienes enmarañan la tipografía hasta hacerla ilegible. Con el hilo sucede lo mismo; si sabes leer los puntos, puedes entender aquello que escribía la persona mientras tejía. Las manos se convierten en narradoras de historias no contadas, tejiendo sueños y memorias en cada fibra. El telar es su lienzo, su hoja en blanco, donde los patrones inventan un nuevo texto en cada tapiz. 

Carmenar es más que desenredar, desenmarañar, cardar y limpiar el cabello o la lana; es aprender a ver en la aparente maraña, es descubrir la textura de cada fibra. Es repetir la acción nudo a nudo, hilo a hilo. Es empezar de nuevo y saber que se puede encontrar el orden en el caos. Es recordar que nuestras manos tienen el poder de crear, de sanar, de transformar y de sentir.

Tejer es una danza de dedos y fibras, es convertir el caos en orden, un diálogo silencioso entre el hilo y el tiempo. Es el arte de entrelazar historias en cada punto, de trenzar recuerdos en la trama y la urdimbre. Es saber escuchar, acompañar y establecer relaciones, trasmitir conocimiento; un acto de amor y paciencia, de quietud y ensimismamiento. Gestos y movimientos que revelan la pasión por el cuidado. Es la manifestación de la belleza en la simplicidad del entrelazado. Es tradición y modernidad. Una técnica subestimada por haber sido ejercida fundamentalmente por mujeres en el ámbito doméstico. Ancestral pero contemporánea, vieja pero nueva. Es sencillez, sofisticación y compromiso. 

Nuestro lenguaje cotidiano está repleto de palabras relacionadas con el tejido: no dar puntada sin hilo, punto en boca, la trama de la historia, pender de un hilo, hacerse un ovillo, coser y cantar, tejemaneje, hilar fino, al hilo de… Estas expresiones están tan interiorizadas, tan entrelazadas en nuestro día a día, que aunque no nos damos cuenta, ponen de manifiesto la importancia histórica del mundo textil.

Para Lara, tejer es pensar, es narrar, es una acumulación de gestos, es una herramienta, es un lenguaje, es el hilo conductor, es una forma de vida. Sus piezas, no solo se observan; se leen y se sienten. Invitan a una introspección profunda, a cuestionar lo que damos por sentado y a encontrar belleza en los detalles minuciosos y en las imperfecciones que hacen cada pieza única.

Sara Vilar Garcia

Universitat Politècnica de València